Biometano: el gas renovable ya está entre nosotros

Cómo el agro, los residuos y la infraestructura modular pueden transformar el futuro energético

09 OCT 2025

Durante décadas, el gas natural fue visto como el combustible fósil más limpio. Pero hoy, las exigencias de descarbonización y la necesidad de energías más flexibles están impulsando una transformación más profunda: la del origen del gas mismo. En ese contexto, el biometano —también conocido como gas natural renovable (RNG, por sus siglas en inglés)— gana protagonismo como una de las soluciones más efectivas, escalables y maduras para la transición energética.

El biometano se produce a partir de residuos orgánicos: estiércol, restos de cultivos, aguas residuales, desechos urbanos o industriales. A través de procesos de digestión anaeróbica y purificación, se obtiene un gas con una composición similar a la del gas natural fósil: metano (CH4). Esto permite usarlo en las mismas redes, motores, calderas o plantas que ya existen, sin necesidad de modificar la infraestructura.

La diferencia está en su origen. Mientras el gas fósil agrega carbono nuevo a la atmósfera, el biometano utiliza la energía contenida en residuos orgánicos que, de no ser tratados, liberarían metano y CO₂ durante su degradación natural. En algunos casos, incluso logra un balance negativo de emisiones, al evitar que los residuos se descompongan sin control y se conviertan en gases de efecto invernadero.

Pero su verdadero potencial está en su versatilidad y descentralización. El biometano puede producirse y utilizarse localmente, en el campo o en la ciudad, en pequeña o gran escala, y adaptarse a usos tan diversos como el transporte pesado, la generación eléctrica o la inyección en redes de gas.

En un contexto global en el que los países buscan alternativas reales al gas fósil, los residuos orgánicos se acumulan sin destino productivo, y la infraestructura energética necesita soluciones flexibles, el biometano no es una promesa futura. Ya está en funcionamiento. Y puede escalar.

Oportunidades rurales: energía que ya existe

Del estiércol al GNC: el potencial del agro

Gran parte del biogás del mundo nace en el campo. Estiércol de animales, restos de cosechas, vinaza de caña, efluentes de tambos o criaderos: todos son residuos abundantes que hoy, en muchos casos, se desaprovechan o se convierten en pasivos ambientales. Pero bien gestionados, pueden transformarse en energía limpia, local y continua.

En países con fuerte presencia agropecuaria —como Estados Unidos, Brasil, Argentina, India o Alemania— este potencial es enorme. Solo en EE.UU., la EPA estima que hay más de 8.000 sitios aptos para digestión anaeróbica en granjas, muchos de ellos ya en operación. En Brasil, el programa RenovaBio y los certificados CBIO incentivan proyectos que convierten vinaza en biometano para uso vehicular o industrial. Y en Argentina, donde la concentración de ganado en feedlots y tambos es significativa, se calcula que una porción relevante del gasoil rural podría reemplazarse por BioGNC producido en origen.

Este tipo de proyectos es viable gracias a tecnologías como las estaciones de producción modular, que permiten capturar, depurar y comprimir biogás directamente en origen. Soluciones como la serie Biobox® de Galileo Technologies han sido diseñadas específicamente para este tipo de entornos rurales y agroindustriales, desde tambos hasta ingenios azucareros.

Planta de biometano – Biodigestores anaeróbicos


Qué hacer cuando no hay red

El biometano rural no necesita esperar a que llegue el gasoducto. Gracias a soluciones modulares y móviles, es posible capturar, purificar, comprimir o incluso licuar el gas en origen, y luego transportarlo en camiones hasta donde se necesita: estaciones de carga, industrias, redes locales.

En entornos rurales, donde el acceso a infraestructura es limitado, las soluciones integradas permiten simplificar el despliegue. Galileo cuenta en su portafolio con la línea Biobox, destacada por combinar procesos de upgrading y compresión de biogás en una única unidad transportable que opera a baja presión. Estas unidades procesan entre 200 y 1.500 Nm³/h de biogás, lo que las hace aptas para instalaciones de pequeña y mediana escala —como tambos, plantas agroindustriales o rellenos sanitarios—. Los modelos Biobox Low Pressure (LP) pueden entregar biometano con una presión inferior a 250 barg, mientras que los Biobox High Pressure (HP) permiten generar BioGNC a presión plena, listo para carga en camiones o para uso directo en aplicaciones locales.

Este tipo de soluciones habilita modelos como el gasoducto virtual, que ya se utilizan en distintas partes del mundo para transportar gas renovable desde el sitio de producción hasta su punto de consumo. También es habitual el consumo on-site: por ejemplo, en flotas internas de camiones, tractores o sistemas de riego que hoy funcionan con diésel. En muchos casos, el biometano producido alcanza para cubrir el 100 % del consumo energético de una granja o instalación agroindustrial.

Aplicaciones concretas: transporte, industria, generación

Entre las aplicaciones más extendidas del biometano rural se destacan:

  • Transporte agroindustrial.
  • Industria local (calderas, secaderos, procesos térmicos).
  • Generación eléctrica con motores dual-fuel o 100 % metano.

Casos reales: del campo a la energía

En Estados Unidos, granjas como las de Liberty RNG en Wisconsin transforman estiércol bovino en biometano comprimido que se utiliza como combustible renovable para camiones. En Brasil, la agroindustria Adecoagro produce BioGNC a partir de vinaza, un residuo líquido de la caña de azúcar, para reemplazar el diésel en su propia flota. Y en distintas regiones de Argentina, hay tambos y feedlots evaluando modelos similares para generar su propio gas.

Biodigestor en zona rural en Francia, con Biobox y tube-trailer para transporte de gas natural comprimido.

Oportunidades urbanas: biometano de residuos

La energía en la basura

En todo el mundo, las ciudades enfrentan un desafío común: ¿qué hacer con sus residuos? Rellenos sanitarios desbordados, desechos alimentarios, efluentes cloacales. Todo ese material, mal gestionado, termina liberando gases de efecto invernadero —especialmente metano— a cielo abierto.

Sin embargo, esos mismos residuos pueden convertirse en una fuente de energía renovable y despachable. Tecnologías de upgrading compactas, como los módulos de aminas de Galileo Technologies, permiten implementar estas soluciones en rellenos sanitarios o estaciones de transferencia sin necesidad de grandes obras civiles.

¿Y si las plantas de tratamiento generarán su propia energía?

Varias ciudades del mundo —de California a Estocolmo— han comenzado a capturar el biogás de sus plantas de tratamiento de aguas residuales, purificarlo y utilizarlo para autoconsumo o inyección en red.

Empresas como AB Energy en Europa han desarrollado soluciones integradas para digestión y cogeneración, mientras que otras, como Galileo Technologies, ofrecen módulos de upgrading y compresión que permiten transformar el biogás de estas instalaciones en biometano utilizable o inyectable.

Ejemplo real: Puerto Rico convierte residuos en energía

En la isla de Puerto Rico, el relleno sanitario de El Coquí se transformó en un caso modelo. A partir del gas capturado, se produce biometano que abastece una planta generadora de electricidad. Gracias a soluciones modulares de upgrading y compresión, el proyecto pudo ponerse en marcha con tiempos reducidos y sin grandes obras civiles.

Planta de tratamiento de aguas residuales / Relleno sanitario.

Qué hace falta para acelerar el despliegue

Incentivos que equiparen condiciones

El biometano compite contra un combustible fósil con infraestructura ya amortizada y subsidios históricos. Para que esta alternativa renovable tenga una chance real, se necesitan políticas públicas que nivelen el terreno de juego.

Estados Unidos lo ha hecho con programas como el Renewable Fuel Standard (RFS) o el Low Carbon Fuel Standard (LCFS) en California, que otorgan créditos por tonelada de carbono evitada. Brasil avanza en esa dirección con RenovaBio y los CBIOs, certificados que premian las reducciones de emisiones. Europa lo impulsa a través de cuotas obligatorias de gas renovable y mecanismos de garantías de origen.

El desafío es que estos incentivos sean claros, accesibles y estables en el tiempo, para dar señales concretas a inversores y desarrolladores.

Upgrading: la clave técnica del salto de calidad

Para transformar biogás en biometano comercial, no alcanza con remover CO2. Es necesario eliminar compuestos como H2S y trazas de siloxanos, VOCs y humedad, que afectan la pureza y favorecen la corrosividad del gas.

Las tecnologías más utilizadas para este proceso son las torres de aminas, las membranas de separación y la adsorción por presión (PSA). Cada una presenta diferencias clave en eficiencia energética, consumo de insumos, tolerancia a variaciones de caudal y footprint.

En proyectos rurales o urbanos con biogás de alta variabilidad, las torres de aminas resultan especialmente eficaces. Galileo Technologies ha desarrollado módulos compactos de aminas que remueven CO₂, H₂S y VOCs con alta eficiencia, sin consumo de agua ni reactivos corrosivos. Su diseño cerrado y regeneración térmica permite operar de forma continua con bajo OPEX, incluso en sitios remotos o con infraestructura limitada.

Torre de aminas para endulzamiento de gas natural o biogás, con remoción de CO2 y H2S

Transporte, compresión y almacenamiento: pensar el sistema completo

Producir biometano es solo el comienzo. Para que llegue a destino, hace falta poder comprimirlo, almacenarlo y transportarlo de forma eficiente. Ahí es donde entran soluciones como estaciones de carga de BioGNC, sistemas de regasificación, isotanques para BioGNL o gasoductos virtuales que permiten mover gas donde no hay redes. Un diseño inteligente de la logística puede convertir un residuo rural o urbano en energía disponible para flotas, industrias o ciudades completas.

Cuando el destino del biometano requiere licuefacción o inyección en red, la pureza debe superar los 99 % y el gas debe estar libre de CO₂ y humedad residual. Para ello, Galileo Technologies desarrolló ZPTS®, una planta de acondicionamiento por tamices moleculares que asegura menos de 50 ppm de CO₂ y H₂O. Este sistema puede integrarse a unidades de licuefacción como Cryobox®, que permiten producir BioGNL en sitio y transportarlo en isotanques, abriendo nuevas rutas logísticas en mercados sin red.

La oportunidad está en todos lados

El biometano no es una promesa, ni un experimento de laboratorio. Es una solución real, técnicamente probada, que ya está funcionando en distintos rincones del mundo. Se produce en granjas y rellenos sanitarios, en tambos y plantas de tratamiento de aguas, en ingenios azucareros y ciudades que decidieron transformar sus residuos en energía.

Su valor no radica solo en su origen renovable, sino en su capacidad de adaptarse: a diferentes geografías, escalas y aplicaciones. Puede ser inyectado en redes, usado en transporte, almacenado como BioGNL o consumido localmente. Puede provenir del campo o de la ciudad, de cualquier país o región.

Lo que permite su despliegue es una combinación de tecnología modular, modelo energético descentralizado y marcos regulatorios que reconozcan su aporte ambiental y estratégico.

Cada país, cada región, cada actor del sistema energético tiene algo para ganar. Lo único que falta es la voluntad —y decisión— para escalar lo que ya funciona. Porque el biometano no es el futuro del gas. Es su evolución.


Fuentes y referencias